El año es 1968, un año en una década en la cual ocurrieron muchas cosas.
En el caso de Estados Unidos, los años sesenta fueron la época del movimiento de los derechos civiles. En 1968, fueron asesinados los líderes de ese movimiento, Martin Luther King Jr. y Robert F. Kennedy, mencionó Howard Dean, ex-gobernador de Vermont, en un artículo del New York Times publicado en 2004.
Pero eso no fue todo.
Los años sesenta tuvieron marca en el mundo por ser años de rebelión y protesta, empezando por los universitarios. Son muchos los casos, pero en esta ocasión, aprovechando la fecha, me gustaría recordarles a mis paisanos mexicanos una tragedia que en cierto modo fue resucitada con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014.
Me refiero a la masacre de Tlatelolco.
Gustavo Díaz Ordaz era el presidente de México en ese entonces. No voy a negar que haya hecho cosas buenas, como implementar el sistema de metro en la Ciudad de México y la ley federal del trabajo que ha fijado un salario mínimo para los mexicanos y otorgó derechos a los trabajadores, según confirma la página el sitio web Grado Cero Prensa.
Pero, como lo mencionan en el documental basado en la obra de Enrique Krauze “Díaz Ordaz y el 68”, a pesar de que, económicamente hablando, Díaz Ordaz tuvo un gran desempeño y ayudó al país, no dudaba en violar la libertad de expresión de sus ciudadanos.
El problema contra el cual los estudiantes protestaron, era la presencia militar y el abuso policiaco en las universidades. Esto nació de un conflicto entre estudiantes que terminó en una intervención policiaca. A raíz de dicho conflicto, policías perseguían a los estudiantes y los llegaban a golpearlos dentro de las universidades. Era un abuso de poder en todo su esplendor.
Entre las protestas de los estudiantes debido a la presencia militar, también se les unieron trabajadores de distintas áreas para luchar en contra de las injusticias del gobierno.
Las protestas fueron subiendo de intensidad mientras el gobiern o de Díaz Ordaz más las reprimía. Mandó tanques militares a darles un susto a los estudiantes esperando una respuesta a sus peticiones de poner un alto a los abusos policiales y militares dentro de las universidades.
Tlatelolco, Plaza de las tres culturas, 2 de octubre de 1968. De acuerdo con el documental “Díaz Ordaz y el 68” un aproximado de cinco mil a diez mil individuos se juntaron en la plaza para planear sus siguientes movimientos en cuanto a la protesta estudiantil, pero nadie esperaba que esa junta terminara en una masacre.
El ejército estaba alrededor de la plaza, había un batallón infiltrado. Un helicóptero voló encima, cayeron las bengalas en la plaza que sólo contaba con dos salidas, y de ahí, disparos por parte del ejército y del batallón que estaban en el tercer piso. Hubo muertos, heridos y hasta desaparecidos en la masacre. Los detenidos fueron torturados y se intentó limpiar y ocultar el hecho de la matanza. Sobra decir que amenazaron a fotógrafos y llegaron a herir a un periodista extranjero.
Esta forma de represión de la libertad de expresión fue hace 50 años, pero eso no significa que no siga ocurriendo. Podemos voltear y ver lo ocurrido con los 43 estudiantes de Ayotzinapa que desaparecieron hace cuatro años, y que se les presume muertos desde entonces. Estos estudiantes también estaban ejerciendo su derecho a exigir algo mejor de lo que tenían, y los desaparecieron. Eso sin mencionar a todos los periodistas que son asesinados por hablar cosas que el gobierno no quiere que salgan a la luz.
Es cierto que en Estados Unidos esta clase de censura no se da. Pero, mientras en México mueren estudiantes por protestar, en Estados Unidos mueren por falta de criterio de aquellas personas que no tienen la salud mental para portar un arma.
En los primeros cinco meses del 2018, han habido un total de 23 balaceras en masa en escuelas estadounidenses, de acuerdo con la cadena de noticias, CNN.
“Dos de octubre no se olvida” fue la frase de las protestas contra la injusticia y la violación a la libertad de expresión mexicana que surgió después de la masacre en Tlatelolco.
Qué pena tener que admitir que lo hemos olvidado, que nos hemos dejado sumir en el conformismo y en la idea que nada se puede hacer. El gobierno mexicano logró su cometido, dormir ese espíritu de rebeldía que llevó a esos estudiantes a luchar contra el abuso del poder.
En Estados Unidos aún existe este espíritu, ya que las masacres en las escuelas han sido motivo para que los estudiantes se alzaran contra la forma laxa en la que se ha ejecutado la segunda enmienda, como es el caso de la escuela Parkland de Florida, cuyos estudiantes se han alzado por medio del movimiento “Marcha por Nuestras Vidas” para expresar su enojo e indignación con las matanzas estudiantiles.
Podríamos aprender algo de ellos, y de todos los movimientos estudiantiles de los sesenta.
Hay muchas cosas que deberíamos aprender de los rebeldes del pasado y las voces indignadas del presente para que podamos defender la democracia y la libertad de expresión, en especial en lugares como México donde los que están en el poder tienden a pisotearnos. Luchemos por un país que escuche a su gente, por un país mejor.
Alexia Nava may be reached at [email protected].