La desidia, es en muchas ocasiones un factor muy importante que nos lleva a no tomar ni malas ni buenas desiciones sino a simplemente no tomar ninguna.
Es precisamente por esta cuestión que mi instancia en esta publicación estudiantil, hoy en día, me resulta tan corta. Hay miles de circunstancias que pude haber dejado de lado pero, sobretodo, muchísima gente que no terminé de conocer lo suficiente.
Este año me toca despedirme no solamente de lo que represento un trabajo y experiencia en el ámbito del periodismo para mi, sino de un grupo de personas que compartieron pocas o varias experiencias conmigo y que se tomaron el tiempo de conocerme.
Todas estas personas con muchas ganas de hacer las cosas bien y con un talento personal al momento de realizar su trabajo.
Cada personalidad diferente a tal grado que solía escuchar entre mis compañeros que para trabajar en esta publicación uno tenía que estar loco.
En sentido figurado ó no, cada una de estas personas se volvió parte de mi día diario por un tiempo aproximado de un año.
Desde la chavita con personalidad dulce pero con un tono de voz bastante fuerte que, a final de cuentas, fue la insistencia y una gran parte del motivo por el que yo formara parte de este equipo, la “gordita” (que para nada es gordita) que se la pasa hablando por teléfono y se tomo el tiempo de platicar conmigo durante mis primeros días, el chavo con el cabello más largo de la universidad, el jefe más “cool” al que siempre le hablaba para decirle las dudas más tontas, el jefe que siempre se la pasaba en su oficina figurando que no hacía nada y que no le interesaba nada, el chavo que se la pasaba molestándome y haciéndome “bullying” pero al cual le agarre mucho cariño, el “hippie” que se la pasaba fumando y tomaba una actitud sin importancia pero que en realidad se interesaba por todos y siempre estaba atento a lo que le decía, la chava que toma las fotos más bonitas de la ciudad y así, una multitud de personalidades.
Por otro lado, las personas que hacen que esta publicación sea posible, resultaron ser mucho más interesantes y lindas de lo que me imaginé. Desde la jefa con la sonrisa y el ánimo más bonito de todos hasta la jefa con el corazón más bonito que se la pasaba regañando al hippie por no saber diseñar.
Podría hablar una infinidad de la gente que llegue a conocer mucho (y no tanto…) y de todo lo que aprendí siendo parte de “The Prospector”, pero la gran alegría y la satisfacción personal que me da haber formado parte de este equipo, no tiene precio ni lugar.
Las personas, el estrés, las risas, las platicas y las historias con las que tenía que cumplir semanalmente y que, en muchas ocasiones, se volvieron una preocupación en conjunto con todo lo que tenía que hacer de mis clases fueron parte de mi mejoría como escritora y, sin duda alguna, una de las mejores experiencias que la Universidad de Texas en El Paso le dejo a mi persona.
Fernanda León may NOT be reached at [email protected].