La casa de Bernarda Alba: la represión y la rebeldía en una
familia tradicional
De repente, estás en una vieja casa a principios del siglo 20, en un pequeño pueblo español. Luego del velorio de su esposo, Bernarda Alba, regresa a casa, previamente limpiada por las criadas, acompañada por sus hijas y vecinas del pueblo. Todas visten un negro tristísimo pero digno. La voz de Bernarda es diplomática con las visitas, pero fuerte y estentórea cuando está a solas con sus hijas. Un viento frío se siente al verla, a pesar del fuerte calor del que se quejan las protagonistas. Te sientes cerca y, al mismo tiempo, un intruso en esa casa de oprimidos que dirige
Bernarda Alba.
Esta es la primera sensación que obtienes al ver “La Casa de Bernarda Alba,” la famosa obra de Federico García Lorca, dirigida por Alexander Wright, estudiante de teatro. El drama rodea a Bernarda Alba, en espectacular interpretación de la actriz Rafaela Graffos, una mujer autoritaria quien luego del fallecimiento de su segundo esposo, ordena luto por ocho años a sus cinco hijas: Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela. Esto incluye que ninguna puede acercarse a ningún hombre durante el luto con excepción de Angustias, la mayor de todas con casi 40 años, quien es pretendida por Pepe El Romano y pronto tienen planes de boda. Sin embargo, Adela, la menor de todas, tiene un amorío con él y se niega a dejarlo ante las amenazas de sus hermanas y la criada Poncia.
Destacadas actuaciones de Valerie Cadena, en el papel de Angustias, junto a Brenda Luna, quien interpreta a su hermana y antagonista Adela. Las actrices le brindan la emoción esperada: mientras que Valerie se muestra sumisa y enfermiza, Brenda es desafiante y desenvuelta. Entre ellas, la gran actuación de Eurydice Saucedo como Martirio inyecta una disparidad psicológica entre ambas hermanas. Mención especial merece Marie Blancarte-Manríquez en el papel de la senil María Josefa, madre de Bernarda, quien robó risas al público con sus ocurrencias.
“La Casa de Bernarda Alba” tiene una puesta en escena clara, a pesar del espacio del escenario. Colores claros propios de la estación en que se desarrolla la historia—verano—y vestuarios apropiados que realmente reflejan la diferencia de clases que existen entre sus personajes fácilmente nos remonta al espacio en que ocurren los hechos.
Lo llamativo está en los simbolismos que ofrece “La Casa de Bernarda Alba”, una obra sobre el matriarcado tradicional que no muestra ningún personaje masculino en escena. La represión en la que viven las cinco hijas de Bernarda genera en ellas descontento y hasta odio, disfrazado de respeto que define finalmente sus personalidades. Así, aunque Angustias sea pretendida solo por ser la que más dinero tiene, lo que la tiene más feliz es que pronto se irá de la casa. La joven Adela representa la rebeldía ante el autoritarismo de su madre, acto que paga con su vida al suicidarse. Mientras que la tímida Amelia, la sensible Magdalena y la compleja Martirio ven todo desde la perspectiva de sus vidas sin hombre ni escape. En este grupo sería bueno incluir a Poncia, la criada más antigua de la casa, quien observa y conoce todos los pormenores pero no se siente en la capacidad de interferir.
Dentro de estos tradicionalismos, encontramos cuestiones sociales propias de la época y que Wright ha sabido colocar muy bien en escena. Los prejuicios de clase que tiene Bernarda Alba sobre la gente del pueblo – lo cual impidió que Martirio se case, por ejemplo – hace que sus hijas vivan aún más en un encierro social. El prejuicio sobre la belleza se hace presente al hacerse conocido que Pepe “El Romano” solo está interesado en el dinero que Angustias heredó de su padre, el primer esposo de Bernarda, y por eso mantiene una relación clandestina con Adela.
Al ser Pepe “El Romano” el mayor gestor de conflictos entre las hijas de Bernarda Alba y un personaje que solo es mencionado y nunca aparece en escena, se remarca la idea de liberación por descontento de las hijas. Esto genera la mayor tragedia en la familia, con una Adela rebelde que busca soltarse del yugo materno y hacer lo que le plazca, llevándole incluso a romper el bastón de su madre, a priori, el símbolo de jerarquía y mando. Pero Pepe “El Romano” simboliza esa invisible puerta de escape y Adela lo entiende así cuando, al creerlo muerto, decide suicidarse como último acto de rebeldía y liberación.
En suma, una obra fundamental para entender el tradicionalismo y las clases en la España a inicios del siglo 20. La impecable dirección de Wright, buenas actuaciones, y el agregado que tienen funciones en español é inglés, hacen esta obra imperdible.
El Paso Playhouse seguira dando funciones de “La Casa de Bernarda Alba” hasta el 27 de septiembre, con la ultima funcion en español el 25 de septiembre.
Para mas información, visita su pagina www.elpasoplayhouse.com.
Read this review in english:
The House of Bernarda Alba: repression and rebellion in a traditional family
Suddenly, you are at an old house in the early 20th century, in a rural Spanish village. After the funeral of her husband, Bernarda Alba returns home, previously cleaned by the maids, accompanied by her daughters and some neighbors. Everyone is wearing sad but dignified black attires. Bernarda’s voice is diplomatic with the neighbors but strong and loud when alone with their daughters. You feel cold when you see her, despite the strong the characters are complaining about. You feel close to the stage and at the same time, an intruder in that house of oppressed run by Bernard Alba.
This is the first feeling you get when you see The House of Bernarda Alba, the famous work of Federico Garcia Lorca, directed by Alexander Wright. The drama surrounding Bernarda Alba, in outstanding performance of Rafaela Graffos, an authoritative woman who after the death of her second husband, orders an eight years mourning for her five daughters: Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio and Adela. This includes that no man can approach to any of them during mourning except for Angustias, the oldest of all already in her late thirties, who is being courted by Pepe El Romano and soon to have wedding plans. However, Adela, the youngest of all, is having an affair with him and refuses to quit in despite of the threats of his sisters and the maid Poncia.
Remarkable performances of Valerie Cadena, in the role of Angustias, and Brenda Luna, who plays his sister and antagonist, Adela. Both actresses brings the expected emotion: while Valerie is sickly with a submissive behaviour, Brenda is defiant and outspoken. Between them, the great performance of Eurydice Saucedo as Martirio injected as a psychological character between the two sisters. A special mention to Marie Blancarte-Manriquez in the role of senile María Josefa, Bernarda’s mother, who made the audience laugh with her jokes.
Despite the space of the stage, it has a great setting, with bright colors that really displays the season in which the story unfolds – summer – and appropriate costumes that truly reflect class differences between the characters and we easily traced back to the age in which the events occur.
But what is really striking is the symbolism in The House of Bernarda Alba, a play about the traditional matriarchy where no male character is showed on stage. The repression in which Bernarda’s five daughters live in generates discontent (and even hate) disguised as respect which eventually will define their personalities. Thus, although Angustias is courted only for being the wealthier, what really makes her happy is the opportunity of leaving the house soon. Young Adela represents rebellion against the authoritarianism of his mother, an act that pays with his life by committing suicide. While the shy Amelia, sensitive Magdalena and complex Martirio see how this drama develops from the perspective of their lives without man which, in this case, means no escape. Poncia is included in this group, the oldest maid of the house, who sees and knows every little detail but do not feel appropiate to interfere.
Within this traditionalism we can find social issues typical of that time that Wright has managed to place very well on stage. Class prejudice Bernarda Alba have about people in the village, seeing them as ordinary people – which prevented Martirio from marriage, for example – makes her daughters live in a social confinement. Prejudice about beauty is presented the way Pepe El Romano is only interested in the money Angustias inherited from her father, Bernarda’s first husband, and therefore maintains a clandestine relationship with Adela.
Being Pepe El Romano the main cause of conflicts among the daughters of Bernarda Alba and a character that is only mentioned and never appears on stage, the idea of liberation by discontent remarks. This generates the biggest tragedy in the family with a rebel Adela looking to be released by the maternal watch and do what she pleases, even to breaking her mother’s walking stick, a priori, a symbol of command and hierarchy. But Pepe El Romano symbolizes the invisible escape hatch and Adela understands this when, thinking he is dead, decides to commit suicide as a last act of defiance and liberation.
In short, a fundamental work to understand traditionalism and classism in the early 20th century Spain and deserves to be seen also for his impeccable direction and good performances not to mention performances in Spanish and English.
Gianfranco Languasco may be reached [email protected].